Jordania es un destino que lo tiene todo: historia milenaria, paisajes desérticos que parecen de otro planeta, hospitalidad ancestral y una espiritualidad que se respira en cada rincón. Si lo que estás buscando es una aventura distinta, profunda y transformadora, te compartimos 7 experiencias inolvidables que sólo puedes vivir en el corazón del Reino Hachemita.
No puedes perderte el espectáculo natural que se presenta en la ciudad de Petra cuando los primeros rayos de sol se posan sobre las fachadas talladas en roca en Petra, dando como resultado tonos rosados que ofrecen una emoción que se grabará para siempre en quienes tengan la fortuna de apreciar este espectáculo natural. Es mucho más que una foto icónica: es una lección viva de historia, arquitectura y resistencia.
Pasar una noche en Wadi Rum, También conocido como el "Valle de la Luna" en un campamento beduino, cenar alrededor del fuego y mirar el cielo estrellado en completo silencio es una experiencia única que no te puedes perder durante tu visita a este maravilloso país, es una actividad ideal para todos aquellos que desean conectar con ellos mismos y con la naturaleza.
De la mano con la actividad anterior, sentarte a compartir un té con una familia local, escuchar sus historias y conocer sus tradiciones es una forma auténtica de conectar con la cultura del desierto. La hospitalidad beduina es uno de los grandes tesoros de Jordania, sin duda alguna, un gesto simple que deja una huella profunda.
Flotar sin esfuerzo en un cuerpo de agua es posible para quienes visitan el Mar Muerto, gracias a los altos niveles de salinidad pero eso no lo es todo, además se tiene la creencia de que tanto el agua como el lodo que podrás encontrar en este sitio tienen propiedades terapéuticas. No cabe duda de que es el lugar perfecto para relajarse y renovarse por dentro y por fuera.
Camina por calles empedradas, entre columnas, templos y teatros en Jerash, uno de los sitios arqueológicos romanos mejor conservados alrededor del mundo. Al recorrer este sitio es como retroceder en el tiempo, imagina cómo era la vida hace más de 2.000 años.
El mansaf es mucho más que comida: es un símbolo de identidad y hospitalidad jordana. Este plato hecho con cordero, arroz y salsa de yogur seco (jameed) se sirve tradicionalmente en celebraciones importantes. Comer mansaf con las manos, como dicta la costumbre, es una experiencia cultural que debes probar.
Este castillo cruzado, ubicado sobre una colina con vistas panorámicas, es un lugar mágico para ver el atardecer. Mientras el sol se oculta tras las montañas, la piedra se tiñe de tonos dorados y el viento parece contar historias del pasado. Un momento perfecto para la contemplación.
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